Bolivia21
Ni el Cardenal Terrazas, ni Cossío, ni Leopoldo, ni Suárez Sattori, ni Branko, ni Roca, ni Santos Ramírez, ni Revilla, ni Felix Patzi, ni Filemón Escobar, ni Rodríguez Veltzé, ni Carlos Mesa. Nadie se salva de la Trituradora Judicial. Quizás convenga entonces preguntarse: ¿cómo luchar contra esta máquina endemoniada sin morir en el intento?.
Cuando la institucionalidad judicial se rompe en un país, ya no hay cabida para los cacareos aislados en el que cada uno dice "envalentonadamente": yo enfrentaré los cargos de la justicia. Cuando en un sistema abiertamente autoritario los derechos individuales se quiebran y está por encima, la "revolución", el "Estado", no hay manera de defenderse sólo.
¿Alguien podría haber osado defenderse sólo en los regímenes de la década de 1970?. ¡Pamplinas!.
De nada sirven ya las pulsetas aisladas. Que Mario Cossío o Luis Revilla protesten sólos, que Costas en el otro filón decida una huelga de hambre sólo, que los encarcelados estén callados cada uno en su rincón, que el Cardenal no diga nada luego de que fue denunciado, que se haya silenciado a los exiliados. Esto no funciona. Mucha dispersión y poco entendimiento del momento actual.
Faltan demostraciones más concretas: ¿cuántos exiliados bolivianos están fuera del país por razones políticas?, ¿cuántas personas se encuentran privadas de libertad y han alegado persecución política?.
En otros países de la región ya se han creado organizaciones de perseguidos políticos, ¿porqué no hacerlo en Bolivia?. ¿Falta valor?, ¿son muchas las mezquindades?.
La trituradora avanza sin cesar, no titubea, ni tiene nadie que le pare. Caerá por encima de todos los que osen levantar la cabeza y "decir pío", tarde o temprano.
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