Martes, 13 de julio de 2010
Editorial Bolivia21
Los recientes ataques verbales y judiciales contra el presidente de AEROSUR, Humberto Roca, nos llaman a una necesaria reflexión: ¿es Humberto Roca simplemente un empresario?. Las inusuales palabras del Vicepresidente anunciando que "nadie puede competir con el Estado", y que las aeronaves de AEROSUR son unas "chatarras", nos hacen pensar que ya sea que Roca estuvo vinculado a sectores de oposición, o que simplemente ha encontrado con estas alusiones la horma de su zapato, es indudable que hoy por hoy, hace actividad política.
Pero ello no debería resultar ni un pecado ni un acto de alabanza. En un país que se dice "democrático", todos, y no solamente las organizaciones sociales ligadas al Gobierno, deberían tener la posibilidad de conformar grupos políticos. La diferencia quizás, es que Roca tiene una capacidad y destreza para manejar los medios de comunicación, que otros - piénsese en Urenda, Costas, Ortiz, etc. - no la tienen. Los spots publicitarios "reglas claras" han estado concebidas para llegar a un amplio margen que no sólo abarca el regionalismo cruceño, sino que trasciende al Occidente boliviano.
Y llegamos por lo tanto a presumir que el Gobierno ya conoce, o inclusive antes ya conocía estas destrezas, e intentará sepultar a Roca a toda costa.
Con 20 juicios en su contra Manfred Reyes Villa no podrá zafarse fácilmente de ellos para retornar a Bolivia. Rubén Costas, tiene tan sólo dos procesos, pero una parte importante de sus antiguos aliados, el periodista Carlos Valverde, Juan Carlos Urenda, Oscar Ortiz, y muchos otros, han preferido darle la espalda.
La finalidad notoria de todos los procesos judiciales es sepultar políticamente a los adversarios, y tener así llano el camino a una nueva reelección de Morales.
El otro opositor a la vista, y peligroso competidor, es Juan Del Granado. Escurridizo, poco fiable, aliado de todos los últimos gobernantes, pero a la vez muy sensato en sus palabras, Del Granado parece haber hecho una pausa en su carrera a la Presidencia. No sabemos cómo acabe este idilio a escondidas entre el MAS y el MSM. Podríamos pensar que una Guerra Fría ha separado a estos dos cónyuges en habitaciones distintas, pero es indudable que Juan Sin Miedo todavía comparte la pieza con el MAS, o al menos, no está en la otra vereda.
Terminamos este paseo con Carlos Mesa. De notable locuacidad y amplio apoyo en las capas medias, Mesa enfrenta al menos dos procesos, que al ser públicos y publicitados por la fiscalía paceña, parecen darnos la señal de que no le es agradable al Gobierno, por ser un potencial presidenciable difícil de subestimar, sobre todo en el Occidente del país. Si Mesa con esa habilidad innata de comunicador empieza a torcer su discurso hacia lo que ha venido a llamarse "izquierda democrática" y hace una apuesta firme por las capas medias de Santa Cruz, podría ser otro candidato firme a la Presidencia.
La pregunta que nos hacemos es si Evo Morales será capaz de sobrevivir 30 años más en el Gobierno, como muchos así lo desean, o se retirará al Chapare como dirigente sindical para continuar sus labores al frente de las 7 Federaciones del Trópico de Cochabamba. Dudamos que Evo quiera ceder el paso a otro. Dudamos mucho que quiera bajarse del avión presidencial en 4 años.
Si es así, también tenemos que preguntarnos si los fundadores del MAS y los antiguos aliados del Gobierno están suficientemente satisfechos, o es la hora de construir nuevos partidos de izquierda. ¿Miedo?. ¿Desentendimientos entre unos y otros?. ¿Falta de recursos materiales y humanos?. Exceptuando el MAS, podríamos decir sin temor a equivocarnos, que desde los años 90, no habíamos visto esta situación en la izquierda boliviana.
En resumen, los caminos para los competidores del Estado Plurinacional son difíciles...
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